domingo, 19 de mayo de 2013

Para qué más Infierno que en el que vivo.

Hay algún cuento por ahí que dice que si no eres buena persona, irás al Infierno. Resulta irónico que las mismas personas que excomulgan a quien aborte o a quien no quiera sufrir más y desee quitarse la vida digan que un tal Dios mandará al Infierno al que no tenga un buen espíritu ni haga buenas obras. Así es la Iglesia.

Dice más de uno que rezando tres padrenuestros, nunca tendrás que ir al Infierno. Ni nunca sabrás nada de él. Irónico esto también, ya que el Infierno no está debajo de este suelo, está precisamente entre el cielo y el Infierno. El Infierno es la calle, la carretera. El Infierno es el mundo en el que vivimos. Y demostrado lo voy a dejar:

Hay niños muriéndose de hambre por muchas zonas de este patético mundo y millones y millones de personas sin hacer absolutamente nada. No me refiero al ciudadano normal y corriente, ese poco puede hacer, pero si una Iglesia puede celebrar fiestas y más fiestas a lo largo del año, podría ahorrárselos y utilizarlos para alimentar a esos niños desnutridos. Luego quieren ser buenos cristianos y que creamos en lo que nos dicen.

El político, qué decir de el político. Roba, engaña, convierte las promesas en mentiras, entre él y el banquero consiguen desahucios de los que luego se aprovechan ellos... No tiene nombre lo que hacen. Nos roban siempre que quieren, es como asaltar un banco, cosa de la que se ocupa precisamente el banquero, no los ladrones. Irónico esto también. Luego al padre de familia, que, por culpa o del político o del banquero, no tiene qué comer y se lleva comida, la necesaria para alimentar a su familia, y lo meten en la cárcel.

Hacen cada Domingo, o cuando les da la gana, corridas de toros, en las que quieren demostrar cierto arte de manera inexplicable y lo único que consiguen es matar a un animal, hacerle sufrir y reírse de él. Ole el arte que hay en España. ¿Te gustaría a ti que te clavase una espada y desangrado diese vueltas sobre el ruedo contigo? ¿Te gustaría que te torease hasta que me harte y entonces te clavo seis o siete banderillas y hasta luego y te corto las orejas y el rabo, a ver cómo te sientes? Eso, según ciertos incrédulos, es arte.

Y ahora la Iglesia, o quien quiera me puede seguir diciendo que si no me comporto bien iré al Infierno, que parece que todavía no se han dado cuenta: el Infierno es la calle, y el demonio es el hombre.

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