miércoles, 22 de mayo de 2013

La pesadilla de ver la puerta abrirse.

Ya no caen lágrimas de sus ojos. Ya lo que moja sus pestañas es otro líquido, otro color más agresivo, y ese color sale debido a el sufrimiento al que está condenada. Sus ojos ya no lloran, eso era al principio, ahora lo que cae no se llaman lágrimas, se llama sangre.

Su pelo ya es canoso, no viviente o brillante. Y es canoso no por su edad, ella es joven, es por el miedo, el sufrimiento, el dolor, el llanto, la amargura, la impotencia, el tormento... Su cabello estaba vivo y por culpa de un sinvergüenza, ahora está muerto.

Su rostro antes era bello como el primer rayo de Sol acompañado del Alba, era un rostro feliz, puro, limpio, alegre, despreocupado de todo. Ahora, en cambio, está arrugado por la desesperación, pálido por tantos sustos y miedos, su mirada ya no es llameante y llena de fuerza, ya está apagada y sin ganas de vivir.

Ella vive cada noche teniendo la pesadilla de que él aparezca por la puerta y acabe con la paz y la tranquilidad, ella sufre el calvario de que el hombre que más odia, duerma junto a ella, va muriéndose minuto a minuto al ver que su peor enemigo, su mayor pesadilla es el padre de sus hijos. Le duele que la misma persona que años atrás hizo su vida una maravilla, llena de luz y de esperanza, de felicidad y paz, ahora haya hecho su vida un tormento, un callejón oscuro y sin salida, un calvario a cada segundo, tristeza y lágrimas, y guerra en forma de moratones, arañazos y todo tipo de marcas a lo largo de su dulce piel.

Sin más misión que llevar a sus hijos a la escuela y darles de comer, sale a la calle, la gente la mira atormentada, ya que ni el maquillaje borra las heridas y los recuerdos de tantas noches sin dormir por culpa de el llanto y los golpes. Una vida imposible. Y, aunque le duelan mucho los puñetazos, los empujones y las patadas, más le duele que sus hijos sean testigos de ese maldito crimen.

Maldito sea el hombre que se cree más hombre por pegar a una mujer. Hombre que no sé si seguir llamándolo así, porque por no merecer no merece ni el aire que respira por pegar a una mujer. Un hombre deja de ser hombre desde el primer instante que maltrata a una mujer. Se merece el mismo castigo. Merece el mismo calvario de vida que la mujer que maltrata. Merece la muerte.

Y es que para mí, cualquier hombre que maltrate a la mujer que ha sido su vida, que lo ha querido como a nadie, que ha sido su compañera, su luz, su faro y su todo, pierde todo el respeto que pudiera tenerle. No hay nada peor que el maltrato a la mujer. Va por todas ellas, que aún viendo sus vidas morir, luchan por sus hijos. Va por todos ellas, porque son un ejemplo de valentía, todo lo contrario que los malditos hombres que las maltratan.

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